J. M Coetzee –Sudáfrica, 1940– es uno de los escritores más prestigiados en cuanto a propuestas literarias y académicas en Europa. Decir su nombre es evocar premios como el Nobel –2003–, el Booker Prize –1983 y 1999–, entre otros. Su obra está constituida por más de cinco novelas y tres libros de ensayos sobre temas filosóficos y sociológicos, que tratan sobre la violencia del hombre hacia los animales y la represión que el mismo ejerce hacia los otros. Su novela La edad de hierro –Mondadori, 2004.
01: argumento.
La novela trata sobre una jubilada maestra de latín –de apellido Curren– que está muy cercana a la muerte por culpa del cáncer.
La apacible vida de la señora Curren se ve trocada en derrota tras recibir la noticia del cáncer por parte de su médico. Decide refugiarse en su casa, escribir varias cartas que registren sus últimos días en el mundo y enviárselas a su hija –una mujer que dejó Sudáfrica por la culpa del apartheid para trasladarse a América–. Las cartas, permeadas de melancolía, de dolor, de derrota, muestran cuestionamientos filantrópicos: la convicción de una mujer que se aferra a no dejar la vida. Y cómo un lugar de Sudáfrica (Ciudad del Cabo) se ve convertido en infierno y colapsado parsimoniosamente por el régimen del apartheid y sus detractores.
La edad de la señora Curren oscila entre los cincuenta o los sesenta años. Vive en una casa tranquila, goza de los derechos y privilegios que tienen los afrikáners (blancos puros nacidos en África) y tiene a sus servicios a una asistenta de color llamada Florence, cuyo hijo está involucrado en los levantamientos estudiantiles en contra de una escuela que fue incendiada por los mismos, como muestra de que es inservible la educación que discrimina y margina a la gente de color.
02: El murmullo desde el vacío: epístolas para entregarse a la muerte.
Se revela –durante la lectura de La edad de hierro– que la señora Curren sabe que una de las mejores maneras de dialogar con la muerte es valiéndose del género epistolar. Las cartas, escritas durante 1986 y 1989, no muestran autocensura de sentimientos; desnudan los demonios internos y lo que aqueja a quien las redacta. Son palabras que muestran una contención verbal fina, aterciopelada (como si las palabras indicadas para aferrarse a la vida tuvieran que ser delgadas, pero de un filo mortal). Son palabras que soportan el peso de la muerte y se doblegan ante ella luego de no haberla vencido, de no haber hallado tregua.
Hades, el infierno: el dominio de las ideas. ¿Por qué han
tenido que inventar la idea de que el infierno sea un lugar solitario en medio
de la Antártida o en el fondo de un volcán? ¿Por qué no puede estar el infierno
a los pies de África y por qué las criaturas del infierno no pueden caminar
entre los vivos? (pág. 126)
Qué importa este cuerpo que me ha traicionado? Me miro la mano y no veo más que
una herramienta, un garfio, una cosa que sirve para recoger otras cosas. Y estas
piernas, estos zancos feos y torpes: ¿por qué tengo que llevarlos conmigo a
todas partes? ¿Por qué tengo que llevármelos a la cama todas las noches y
meterlos bajo las sábanas? (pág. 19).
Entre todas las puertas del mundo, Curren escoge la que ahoga su voz, la que la obliga a recobrar el cariño perdido:
Empiezo a entender el verdadero significado del abrazo, abrazamos para que nos
abracen. Abrazamos a nuestros hijos para ser rodeados por los brazos del futuro,
para llevarnos a nosotros mismos más allá de la muerte, para ser transportados.
(pág. 11).
¿Por qué le doy comida a ese hombre? Por la misma razón que se la daría a su
perro (robado, estoy segura) si viniera mendigando. Por la misma razón que te di
pecho a ti... La muerte es la única verdad que queda. La muerte es una idea que
se puede soportar. Cada momento que paso pensando en otra cosa, no estoy
pensando en la muerte, no estoy pensando en la verdad. (pág. 13).
¿Pero por qué escoger este tipo de dialogo, por qué aferrarse a la existencia y enfrentar a la muerte con estas palabras? ¿Cuáles pueden ser, para nosotros –los humanos, los mortales– las palabras precisas que deben utilizarse para hablar con la muerte y despistarla para que nos dé tiempo de valorar y salvar lo poco que nos queda, de ver el mundo por última vez?
Para un existencialista como Camus, por ejemplo, las palabras precisas para dialogar con la muerte son distintas a las de la señora Curren. Para Camus, “Matarse es, en cierto sentido y como en el melodrama, confesar. Confesar que la vida nos supera o que no la entendemos”. (“Lo absurdo y el suicidios”, en El mito de Sísifo, pág. 16).
03: el apartheid Sudafricano: segregación.
Toda obra literaria, o manifestación artística, debe ser contestataria, debe dar visos de que se escribió por razones ideológicas, apuestas poéticas o para darle la cara al mundo, enunciar sus deficiencias, enfrentarlas. O bien, toda obra literaria le de la espalda a la inmundicia humana y recrea una realidad aparte gracias a la magia de las palabras. No me refiero a la literatura que utiliza naves espaciales y planetas en el universo para parodiar los conflictos de un dictador o los defectos humanos. Atalaya Philip K. Dick.
Con su codicia, exigía cuerpos negros –en el sentido más físico– con el fin de
consumir su energía en forma de trabajo. Con su ansiedad respecto a los cuerpos
negros, también creaba leyes para apartarlos de la vista. El apartheid un sueño
de pureza, pero un sueño impuro. En muchas cosas, una mezcla de cosas; una de
las cosas que es consiste en un conjunto de barreras que hará imposible que el
deseo de mezclarse logre cumplirse. ("El pensamiento del apartheid", en Contra la
censura, páginas 199 y 200).
Coetzee escribe La edad de hierro diez años después de que el conflicto entre sudafricanos y afrikáners –en apariencia– llegara a su fin. La escribe para enunciar la violencia, los desastres y las muertes que causaron la intolerancia y el racismo de los blancos hacia los de color. La carta de Curren no son más que una novela que nos recuerda que la educación para niños negros no es la misma que la que se le impartía a los blancos, para señalar que un territorio de negros no debe ser habitado por los mismos puesto que ellos no tienen las facultades suficientes para hacer que el país alcance un desarrollo tanto económico como tecnológico. La escribe para hacernos ver que Sudáfrica es un país desmoronado