Conocí a Juan Gómez Bárcena un verano del 2009 durante mi estancia en la Fundación Antonio Gala. Recuerdo que antes había tenido la fortuna –y escribo fortuna porque todo aquel que lee a Juan corre con esa suerte– de leer un relato suyo otrora llamado “Segunda vida” y publicado en uno de los catálogos de los residentes anteriores. Era la historia de un hombre que intenta reponerse del duelo provocado por la muerte de su hija, mientras su esposa se crea una segunda familia en ese siniestro juego llamado Second Life. El relato me cautivó como cautivan aquellas historias escritas con una voz narrativa convencida de que todo narrador –todo buen narrador– debe apostar desde las primeras líneas su total conocimiento del lenguaje y los artificios de la ficción, y en esa aventura de crear un mundo con apenas unas palabras, fraguar la complicidad íntima con su lector gracias a una historia que logre cambiarle su percepción del mundo, al menos mientras sumerge sus ojos en la historia.
La lectura de ese relato fue el inicio de nuestra amistad y con las charlas que sostuvimos en la calle Ambrosio de Morales bajo el cielo cobrizo de Córdoba descubrí las preocupaciones literarias de Gómez Bárcena, que muy pronto se verían cristalizadas en Los que duermen (Editorial Salto de Página, 2012), como una joya literaria gracias a la fusión de los géneros literarios como el cuento, el ensayo y otros antiquísimos como la bitácora o la fábula, para reescribir ciertos mitos que la literatura nos heredó, o bien, reflexionar desde otra mirada –la de la ucronía y el qué habría pasado si– hechos históricos como la Segunda Guerra Mundial, los alemanes y sus campos de concentración, así como historias coloniales, códices indescifrables o peregrinaciones nórdicas en busca de la purificación de los pecados.
Juan Gómez Bárcena nació en Santander en 1984. Ha residido en Córdoba, Budapest, México DF y Madrid. Aparte de Los que duermen, ha escrito los libros El héroe de Duranza (Ed. Ir Indo, 2002), Farmer Stop (Ed. Complutense 2010) y es compilador de Bajo treinta, antología de la nueva narrativa española (Salto de página 2013). Entre los reconocimientos a su obra está el Premio José Hierro de Relato y Poesía del Ayuntamiento de Santander, El Premio Internacional CREAPE de cuento, el Ramón J. Sender de Narrativa y ha sido finalista del XII Premio Mario Vargas Llosa NH de libro de relatos, y las becas Fundación Antonio Gala, Fundación Caixa Galicia y FONCA para extranjeros. En esta entrevista, realizada a través de Facebook y correo electrónico nos cuenta sobre Los que duermen, su imaginario, la voz narrativa, las becas y los reconocimientos literarios, la literatura joven española y la novela que está por publicar.
Joel Flores.- En México se lee en redes sociales sobre la gran acogida que ha
tenido en España tu libro Los que duermen,
pero poco sabemos de tus libros anteriores y tu historia inicial con la
literatura y su creación. Me gustaría empezar la entrevista preguntándote
¿desde qué edad comenzaste a escribir y por qué? ¿Qué libros y personas
influyeron?
Juan Gómez Bárcena.- Comencé a escribir desde muy niño, pero no lo sentí como una verdadera profesión hasta los diecisiete años, cuando obtuve un premio nacional en mi país (Premio Rúa Nova de Narrativa Joven) que me permitió publicar mi primera novela, “El héroe de Duranza”. En el nacimiento de esta vocación fueron fundamentales dos circunstancias. Por un lado, el apoyo de mi familia, y en especial de mi padre, que alentó mis primeros trabajos y fue durante años mi único lector. Por otro, el descubrimiento de autores como J.D. Salinger y Jorge Luis Borges, cuya influencia nunca se ha dejado de sentir en mi escritura.
JF.- En cuanto a imaginario, Los que duermen oscila entre los límites del universo intertextual creado por Borges, la idea de reescribir la Historia y los mitos gracias a la ucronía de Charles Renouvier y la idea del viaje como móvil de la trama al estilo Italo Calvino y sus Ciudades Invisibles. ¿Crees que en sus inicios un escritor deba emular otras voces narrativas para encontrar la suya o, por el contrario, proponer una voz propia, original y nada apegada a sus lecturas al momento de escribir?
JGB.- Aunque el hallazgo de una voz original es una de las metas de todo escritor, creo que en ocasiones se sobrevalora su importancia. Basta echar un vistazo a la Historia de la Literatura para reconocer que las novedades como tales rara vez existen; que los mayores hallazgos generalmente nacen de una nueva forma de leer y de interpretar a los clásicos, es decir, de seguir nutriéndose de las lecturas y de las voces de otros. Creo que los autores que comienzan sus carreras no deberían obsesionarse con el descubrimiento de esa voz propia. Si algún día esa iluminación se produce, será seguramente a costa de haber imitado durante años la escritura y las ideas de los autores a los que admira. Incluso diría que no es tan importante encontrar una voz personal como descubrir una mirada propia, que sería la que en último término justificaría a qué autores queremos imitar y por qué.
JF.- Eres casi un orfebre a la hora de escribir: dedicas espacio y tiempo a cada palabra, cada oración y párrafo hasta que el lenguaje quede bien equilibrado y capture un todo con pocas palabras. Quisiera que nos hablaras sobre ¿cómo nació la idea de Los que duermen? ¿Cuánto tiempo te llevó escribirlo y en qué lugares lo hiciste?
JBG.-“Los que duermen” es el resultado de un largo proceso de escritura, con largas pausas y estancamientos, que tuvo lugar entre 2005 y 2010. Al principio ni siquiera sabía que estaba escribiendo un libro de relatos: simplemente fui reuniendo en el cajón cuentos que parecían abordar temas diversos, pero que en último término resultaron compartir una mirada y una cosmovisión. Es por cierto un proyecto que probablemente nunca habría visto la luz de no ser por el apoyo y la confianza de dos instituciones: la Fundación Antonio Gala (Córdoba, España) que me becó durante el curso 2007 – 2008, y también el Programa de Residencias de artistas iberoamericanos del FONCA, gracias al cual residí en México en 2010. Fue precisamente en México DF donde escribí el último cuento de la colección.
JF.- ¿Cómo definirías el género cuento, aquel que buscaste escribir en Los que duermen?
JGB.- En mi país, los términos “relato” y “cuento” suelen funcionar como sinónimos. En cualquier caso, siempre me ha parecido que la palabra “relato” enfatiza un poco más el papel del texto como narración, su propósito de relatar una historia. En ese sentido, el concepto de relato parece avenirse mejor a las piezas que componen “Los que duermen”. Lo que la mayoría de mis textos ofrecen es en realidad una reescritura de fábulas y mitos clásicos: es decir, tienen el propósito de recurrir a ingredientes familiares, reconocibles por parte del lector, para disponerlos al servicio de un mensaje contemporáneo y un sentido nuevo. Tal vez el mejor ejemplo de esta poética podemos encontrarla en mi relato “El mercader de betunes”, donde lo que propongo es una reescritura del mito homérico de Aquiles, basado en una ucronía sugerente: qué habría pasado si Aquiles, consciente de su destino, hubiera renunciado a su duelo con Héctor para vivir la vida de un hombre corriente.
JF.- Se dice mucho, sobre todo en Norteamérica, que el primer libro de cuentos de un narrador es fundamental en su carrera como escritor; funge como un mazo de cartas que hacen entender a los editores y lectores qué tipo de historias, qué tipo de imaginario ofrecerá con los siguiente libros ¿Ves a Los que duermen como ese mazo de cartas que repartirás en un futuro con los libros por venir o la apuesta será completamente distinta?
JGB.- Estoy de acuerdo con esa visión de un primer libro como anticipo del imaginario que un autor desarrollará a lo largo de su vida. Al fin y al cabo, se escribe siempre sobre obsesiones, y es muy difícil que un autor renueve las suyas. Sin embargo, creo que aún es pronto para aventurar cuáles de los temas y los tratamientos que hago en el libro van a convertirse en ejes centrales de mi obra.
J.F.- Entre tu trayectoria está la residencia Fundación Antonio Gala, La
Caixa y la beca para escritores extranjeros en México del Fondo Nacional para la
Cultura y las Artes, y una serie de premios literarios encomiables. Dime, ¿qué
significan y cómo han influido las becas y los premios para un escritor como
tú? ¿Qué pasa ahora que han recortado el presupuesto a la cultura en España,
está afectando a los escritores?
JGB.- Como señalaba antes, las becas y premios han sido vitales en mi
carrera como escritor en general, y en “Los que duermen” en particular. No sólo
te dan un espaldarazo y la confianza que todo creador necesita: también te
regalan tiempo, que es la principal materia prima que un escritor requiere para
su trabajo. Gracias al apoyo de instituciones y ayuntamientos, he podido tener
a mi disposición mucho tiempo para escribir, y convertir así mi pasión en mi
trabajo.
JF.- En cuanto a encontrar editoriales que apuesten por la publicación de
tu trabajo, ¿qué es más difícil en España: escribir un libro o que una
editorial se interese en publicarlo? ¿Cómo ha sido tu experiencia con las
editoriales? ¿Fue complicado llegar a Salto de Página?
JGB.- Ambas cosas son muy difíciles, y para conseguirlas se necesitan
además virtudes diferentes. En mi caso, encontrar un editor siempre me pareció
un problema mucho mayor que concluir un libro. Desde muy pronto fui consciente
de que para conseguir publicar no sólo era necesario un trabajo de calidad:
también lograr una serie de contactos y apelar a una buena dosis de suerte. La
última versión de “Los que duermen”, por ejemplo, necesitó esperar dos años en
el cajón antes de ser publicada.
JF.- En tu prólogo en Bajo treinta,
antología de la nueva narrativa española, que acabas de compilar para Salto
de Página, escribes que un punto en contra de la difusión de la literatura
joven es, aparte del mercado editorial menos interesado en los noveles, su
apatía en leerse unos a los otros, en estar enterados de qué y cómo están
escribiendo sus contemporáneos, pues creen más conveniente nutrirse de los
clásicos que de los actuales. ¿Qué opinas de la nueva narrativa española? ¿Cómo
la ves de salud y de futuro? ¿Qué autores nos recomiendas leer?
JGB.- Gracias a la antología “Bajo treinta” he adquirido un conocimiento
bastante profundo de la joven narrativa española. Estoy muy satisfecho por su
calidad pero por desgracia algo inquieto respecto a su futuro. No conozco bien
el caso de México, pero en España durante los últimos años se ha producido una
erosión de la confianza en la literatura nacional, así como un descrédito de la
etiqueta de lo joven. Por no hablar de la crisis económica, que ha reducido
dramáticamente el mercado editorial y la nómina de lectores. Sin embargo, aun
en este marco tan precario se están perfilando algunos nombres y obras de mucho
mérito, a las que con nuestra iniciativa “Bajo treinta” hemos procurado dar
visibilidad.
En cuanto a las recomendaciones, resulta difícil y
siempre injusto priorizar unos nombres sobre otros. Sí puedo señalar dos
autores cuyo trabajo sigo con particular interés: Juan Soto Ivars (Águilas,
1985), autor de la novela “Siberia” (El Olivo Azul, 2012) y la joven Aixa de la
Cruz (Bilbao, 1988), que publicó la novela “De música ligera” en la extinta 451
Editores cuando contaba con sólo veintiún años.
JF.- Por último, ¿en qué proyecto estás trabajando ahora?, ¿podrías
adelantarnos los pormenores de su trama y cuándo saldrá publicado?
JGB.- Precisamente acabo de terminar el borrador de mi próxima novela. La obra
está inspirada en un hecho real de la vida del poeta español Juan Ramón
Jiménez, que en 1904 se enamoró por correspondencia de una admiradora peruana
llamada Georgina Hübner. Sin embargo, lo más sorprendente de la anécdota es que
esta musa, que por cierto inspiró alguno de sus mejores poemas –“Carta a
Georgina Hübner, en el cielo de Lima”- no existía en realidad: era sólo un
pretexto inventado por dos jóvenes admiradores al otro lado del Atlántico, que
querían conseguir cartas y libros autografiados de su ídolo. La novela se
publicará en la editorial Salto de Página esta primavera. Espero que al igual
que mi libro de cuentos, pueda dar pronto el salto al Atlántico tanto en
formato digital como en papel, y así vincularme de nuevo con mis lectores en
México.
La entrevista también se puede leer en La Gualdra.
"Los que duermen" también puede conseguirse en e-book.
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