sábado, 6 de junio de 2009

.206.

Breve interrupción en los días que siguen





Ya ven, soy tremendamente sentimental. Dicen otros, los que llamamos amigos, que hasta enamoradizo en extremo. Yo no sé cómo definirme, pero la verdad, cuando las cosas me pegan, me llegan o me mueven, es difícil sacármelas de la cabeza. Llevo días leyendo el mismo poema. Puedo decir que estoy enamorado de esa mujer, la poeta que escribió el poema. Y hasta puede decir, también, que esbozó en él un poco de mi vida; detalle que le agradezco en demasía a la literatura y a los autores que la crean. El poema me gusta leerlo por las mañanas, cuando me despiertan el trino de las aves y los gritos felices de los niños que estudian en la escuela que está al lado de mi casa, que también es suya. Les dejo el poema entero. Espero y les llegue igual que a mí, y si no les llega, pues ya llegará el tiempo. Y si no llega el tiempo, pues el sol sale para todos, hasta para los que nos desagrada salir a correr por las tardes y adoramos los medio días de lluvia.



"Historia de un amor"
(Cristina Peri Rossi)


Para que yo pudiera amarte
los españoles tuvieron que conquistar América
y mis abuelos
huir de Génova en un barco de carga.

Para que yo pudiera amarte
Marx tuvo que escribir El Capital
y Neruda, la Oda a Leningrado.

Para que yo pudiera amarte
en España hubo una guerra civil
y Lorca murió asesinado
después de haber viajado a Nueva York.

Para que yo pudiera amarte
Catulo se enamoró de Lesbia
y Romeo, de Julieta
Ingrid Bergman filmó Stromboli
y Pasolini, los Cien Días de Saló.

Para que yo pudiera amarte,
Lluís Llach tuvo que cantar Els Segadors
y Milva, los poemas de Bertolt Brecht.

Para que yo pudiera amarte
alguien tuvo que plantar un cerezo
en la tapia de tu casa
y Garibaldi pelear en Montevideo.

Para que yo pudiera amarte
las crisálidas se hicieron mariposas
y los generales tomaron el poder.

Para que yo pudiera amarte
tuve que huir en barco de la ciudad donde nací
y tú resistir a Franco.

Para que nos amáramos, al fin,
ocurrieron todas las cosas de este mundo

y desde que no nos amamos
sólo existe un gran desorden.





2 comentarios:

Lunaica dijo...

Hola, pues ha llegado el tiempo en que me llega, gracias por compartirlo y hacerlo llegar.
Saludos

Selene C. C. dijo...

Hace poco más de un año comencé a leer de verdad poesía y al igual que tú lo disfruto mucho. Te mando un fuerte abrazo y estos maravillosos versos.


El mendigo


Soy el mendigo cósmico y mi inopia es la suma
de todos los voraces ayunos pordioseros;
mi alma y mi carne trémulas imploran a la espuma
del mar y al simulacro azul de los luceros.

El cuervo legendario que nutre al cenobita
vuela por mi Tebaida sin dejarme su pan,
otro cuervo trasporta una flor inaudita,
otro lleva en el pico a la mujer de Adán,
y sin verme siquiera, los tres cuervos se van.

Prosigue descubriendo mi pupila famélica
más panes y más lindas mujeres y más rosas
en el bando de cuervos que el la jornada célica
sus picos atavía con las cargas preciosas,
y encima de mi sacro apetito no baja
sino un pétalo, un rizo prófugo, una migaja.

Saborea mi brizna heteróclita, y siente
mi sed la cristalina nostalgia de la fuente,
y la pródiga vida se derrama en el falso
festín y en el suplicio de mi hambre creciente,
como una cornucopia se vuelca en un cadalso.


Ramón López Velarde

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