domingo, 24 de mayo de 2009

.200.






Ya dejemos a un lado la pobreza. El poeta ha muerto, dijeron los diarios de todo el mundo esta semana. Y yo no me enteré, o no me quise enterar, porque vivo encerrado, porque vivo de espaldas al mundo. El poeta ha muerto, y lo supe gracias a la bibliotecaria. Pero primero, antes de esto, lo intuí, y no es porque tenga un muy elevado quíntuple sentido que me hace saber horas antes que un ser humano morirá. Quizá ni siquiera lo tenga, y tampoco me importa tenerlo, ni saberlo; no soportaría la carga y el dolor de estar enterado de tantas muertes y de tantos abandonos. Pero esto no es lo que me ocupa.

Supe de la muerte del poeta cuando miré sus libros en las vitrinas de la biblioteca pública de Córdoba. Yo iba a entregar y me detuve a revisarlas. En ellas estaban la mayoría de la obra del poeta, y a pesar de que el calor dentro y fuera de donde me encontraba era insoportable, el sudor se me convirtió en frío, el frío en pena, y me temblaron los pies. El poeta ha muerto, me dije, y no hay marcha atrás. Después caminé lentamente, como pidiendo perdón, al estante donde atiende la bibliotecaria, y me dije una y otra vez que no, no podía ser; el poeta sigue aquí, pisando el terreno de los vivos. Entonces le pregunté a la bibliotecaria, y sus palabras fueron la segunda vuelta que reventó el nervio y revolvió las tripas. Incliné mi cabeza y entregué los libros que llevaba bajo el brazo. No dije más.

Yo leí al poeta de niño y de adolescente. Yo leí al poeta al lado de una mujer dormida; enfrente de las olas del mar; y a veces, muy de vez en cuando, sentado en la azotea de mi departamento, con el rostro en alto y mirando hacia la luna. El poeta y sus versos fueron mi día, y la pared que me protegía del aire que entraba por la ventana. Sus palabras fueron mis palabras, malamente. Y sus tácticas y estrategias mis aspiraciones. Lo olvidé, como he olvidado a otros poetas, pero siempre, fuera por una cosa o por otra, su nombre salía a mi paso como una sombra o una estrella que parece que se muere entre los astros, pero lo que en verdad hace es fundirse en la misma noche.

Muchos han dicho que los versos del poeta eran para la gente, para público cualquiera, para el vulgo, vamos, y no para escritores. Y eso lo hacía menor. Con los puños cerrados y las venas de mi cuello hinchadas me niego a creerlo. Y si fuera así y yo estuviera equivocado, me pregunto: ¿es una obligación lapidar el lenguaje en la tumba de los de nuestra misma especie? Entre el camino de la noche y del amanecer los súbditos escogen qué camino recorrer, unos se rinden a la diosa de la luz. Y otros a la del capote oscurecido. El poeta escribía para todos y lo hacía por las mañanas. Yo lo leí como leí a Kadaré, o a Borges o a Pavíc, escritores para escritores, y me di cuenta de que a cada uno se le debe admirar con distintos ojos, tocar con distintas manos, catar con distinta lengua. El don de convertirnos en otros para habitar los mundos que proponemos con el lenguaje no sólo es un ejercicio de creación novelística. Leer también es sinónimo de otredad, de abandonarse para ser otro. Quizá las palabras de los súbditos de la noche son más elevadas porque nos obligan a romper el especulo o a cruzarlo. Pero el poeta escribía para que el otro se admirara en el espejo, se diera cuenta de su condición. Y si el poeta escribía para el público general, no me queda más que decir que vaya que lo sabía hacer.

Mencionarlo quizá pueda confirmar las antípodas. Si yo hoy lo estoy nombrando, en oriente puede haber una mujer de ojos rasgados deslizando sus finos dedos por la página de uno de los libros del poeta. Si yo hoy leo un verso suyo, en la frontera entre Marruecos y Andalucía un viajero los lleva en mochila. El poeta ha muerto, me digo cuando regreso a casa para escribir esto, y nosotros, los vivos, así estamos, consternados, rabiosos, da vergüenza tener frio, escribir las letras de su nombre.





8 comentarios:

Bernardo Araujo dijo...

ni que decir, brother...¿Te acuerdas que en Tepic nos acordabamos él? (saliendo del auditorio de la Universidad)... Saludos

Anonimo dijo...

otro muerto lameculos de la revolucion y de castro... igual que tu, solo que tu te agachas ante todos

gerardo del río dijo...

me parecen bastante imbeciles sus comentarios ano-nimo, sabe o acaso ha vivido cerca de la revolución cubana y del castrismo, es usted u docto en la militancia de izquierda, aquí solo reflejala pobreza y la pereza mental que caractériza a una serie demuñecos de ventrílocuo, ano-nimo es ideal para las ventocidades que suele lanzar en cada uno de tus comentarios. esto no es una defensa de que escribe en este blog elya está grandecito y sabrá defenderse, lo que se debe criticar es lo nimio de sus artículos pero con inteligencia que es de la que careces, o con ingenio que no se ve en ninguna de las zagayas que haz esgrimido, en la riqueza del lenguaje pero con tu léxico de mil palabras no le puen pedir olmos a las peras, respecto de la poesía de benedeti, ya lo dijo el gran caiman a la poesía política hechenle los perros los pelos y los pedos, en lo cúal eres especialista ano-nimo. pero ya basta de que te estes refocilando en tus propias heces y que los entresijos te rumien, la mejor manera de arreglar sus desaveniencias con quien escribe este blog, es que juntes una lana y vayas españa a partirle la madre, pero sino tienes dinero o te faltan güevos, sigue ejercitando tus volanzas como el vil mayate que eres en el estiercol.

Rafael Andrés Suárez Vázquez dijo...

Bueno, creo que lo esencial debe ser comentar el post de Joel y no hacer caso de imbéciles con iniciativa de lanzar sus mezquindades.
En ese sentido, me sorprendió mucho el impacto social y mediático por la muerte de Benedetti, me lo hacia más underground o de solazamiento en petit commite. No por eso dejo de reconocerle también, al maestro inmortal, insustituibles momentos de complicidad gozoza.

Un abrazo.

Ardilla dijo...

Es obvio que el anónimo no tiene dinero para ir a España y partirle la cara a Joel, además, si por suerte tuviera esa oportunidad seguro no lo haría porque no es otra cosa mas que un cobarde, de no ser así pondría su nombre. Es un resentido social que siente rabia por no poder ser ni tener lo que otros. OJO: LO POPULAR NO SIGNIFICA QUE ES MALO, si eso es lo que piensa el anónimo

Joel, es raro, pero somos muchos los que tuvimos una experiencia paranormal o una premonición de lo que iba a pasar. Después te cuento la mía, claro con un tequila en la mano. Araujo, te acuerdas de "felinaaaa" ajajajaj qué momentos pasamos en Tepic

Saludos a Beto aajajajaja

universidad dijo...

Doña ardilla: el problema con lo popular no es la dicotomia maniqueista del sí o el no, SINO que la idea ya cosificada atraviesa en nuestros tiempos un proceso de degradación de sus cualidades hasta trivializarla, hasta que lo más futil de su caracter se expone sin reservas a los vaivenes de una sociedad que lo ridiculiza y lo frivoliza todo. A joel siempre le ha gustado el dinero mas que el arte, lo habremos discutido ya hasta la ira, será por ello que se le envidia con tanto fervor, como hace el señor anonimo, gerardo del rio tiene razón, aunque ¿ir a españa a madrear a joel? me parese un capricho demasiado exentrico... e inutil

Ardilla dijo...

¿doña?¿me conoces algo?afortunadamente sigo soltera ajajajaj y sin hijos, claro. Por otro lado, no podemos defender al anónimo, y, además, aceptémoslo, a quién no le gusta el dinero? simplemente, gracias a él puedes comer, no? Y si no es verdad lo que digo... qué pintor no desea vender sus obras? qué escritor publica y regala sus libros, es más, uno de los tuyo se venden en la educal, y si mal no recuerdo... muchos de los amigos con los que te juntabas antes, entre ellos joel, estaban felices por ti.

Anonimo dijo...

ay si mana, yo te defiendo... no, no ire a españa para partirle su madre, ya regresara, aunque este metido en su casa como una rata, ustedes me importan un pedazo de mierda, como la que tiene gerardo entre los dientes, tu ya sabes quien soy joel, no te hagas pendejo y bien sabes que me la debes, ya te la cobrare rotito de cagada...

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