lunes, 5 de marzo de 2007

.104.

.tos, jarabe, sueños.








Ahora estoy en cama, llevo dos días. Mis anticuerpos se volaron la tapa de los sesos y una gripa insistente que desencadenó una tos de perro me tienen postrado. He estado leyendo mucho; un libro por día. Sólo me levanto de mi cama para orinar, defecar y comer, aunque la enfermedad me ha quitado el apetito. Lita me viene a visitar dos veces por día, a la hora que me toca el medicamento. Hace todo lo posible porque no me levante, pero el cuerpo lo siento yerto, como si no fuera mío; las almohadas las tengo marcadas en la espalda y los glúteos me han desaparecido. Nunca me había dado cuenta que tan monótono y repulsiva puede resultar mi recámara: libros en cajas, libros tirados, ropa encima de mi escritorio, de mi silla de trabajo. El olor también es insoportable; el medicamento que estoy tomando me provoca unas flatulencias hediondas y constantes; cada vez que alzo la cobija para acomodar una extremidad o volver a otra posición, el olor que emana de ellas es como el de una sentina. Tozo, y la parte derecha de mi pecho me duele. El médico dice que es por mi exceso a fumar, además, que llevaba una gripa encubada desde hace un mes y nunca la atendí, a esto agréguenle los cambios drásticos de clima que se dan en Zacatecas. Antes de enfermar e ir con el médico tomé un jarabe chafa, quizás el causante de que mis defensas hayan hecho paro de labores, no quiero decir el nombre del medicamento, puesto que ese producto no se merece ni que le hagamos publicidad; contiene ambroxol. Según Lita, el ambroxol mata todo virus y con ello tus glóbulos rojos, menos la gripa. No me quiero inyectar, desde niño le he tenido pavor a las jeringas y a los hospitales, pero tampoco me quiero pasar toda esta semana en cama, como el don Juan tetrapléjico de Mar adentro. Conmigo, al contrario de éste, los visitantes siempre son los mismos, mi mamá, el chirimoyo (mi carnalillo de tres años), mi hermano Marito, la hermosa Lita, y la señora que me ayuda a tener limpio el departamento. Ayer por la noche, creo que el culpable es el jarabe antes mencionado, tuve una serie de pesadillas. La primera consistió en que Lita y yo nos íbamos de vacaciones a Chiapas y en una de las carreteras nos peleábamos (ella tiene orgullo de mármol, yo soy más terco que las molestias que causan los rayos solares) y decidió bajarse del coche y que cada quien siguiera por su lado. No sé qué me orilló a dejarla ahí, en una carretera desierta y oscura, llena de árboles, no sé qué me orilló a seguir conduciendo hasta llegar a Zacatecas (en los sueños no manda el tiempo ni la distancia, bien lo sabemos). Al estar en casa decidí ir de nuevo a esa carretera donde peleé con Lita y al llegar la encontré muerta. Fui al baño después de haber soñado esto y le hablé a Lita por celular para ver si ya estaba dormida y me dijo que qué me pasaba y le contesté que sólo quería escuchar su voz. Luego de haber conciliado el sueño, soñé con que Alán Pauls era amigo de mi hermano Marito y ambos eran estudiantes de la escuela de Derecho y que estaban haciendo una revista que apoyaría a la derecha zacatecana y querían que yo los ayudara a recaudar fondos. Por último soñé que visitaba a Amparo Dávila. Conforme surgía la plática en la sala de su casa, la señora sacaba de un hermoso abrigo de color azul un esquema de un libro de cuentos que me ayudaría a acabar Simulador. Al tenderlo en mis manos desperté, eran las 5 de la mañana y ya no pude dormir más…

1 comentario:

Elena Méndez dijo...

Fue lo único agradable del sueño: doña Amparo iluminándolo.

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