jueves, 6 de noviembre de 2014

Premio Juan Rulfo para Primera Novela, INBA



El primero de noviembre recibí el Premio Juan Rulfo para Primera Novela, convocado por los institutos culturales de Puebla y Tlaxcala, y el Instituto Nacional de Bellas Artes, en el Museo de Arte. A continuación reproduzco el boletín oficial de mi página que se mandó a medios, y el texto que leí luego de recibir el reconocimiento. 



No es la primera vez que Tlaxcala y Juan Rulfo coinciden en mi vida. Cuando viví en España y escribía mi primera novela, me entraron las ganas de ambientarla en esta ciudad, aunque de ella conociera sólo lo que mi informante me ofrecía y el Internet. Se trataba de una novela sobre un sobreviviente del crimen organizado que le confesaba sus fechorías y traiciones a la patria a un escritor desde Chiautempan. La novela la dejé inconclusa porque el informante desapareció y no me sentí con ánimos de darle voz a alguien que había desgraciado la vida a otras personas. La literatura, al menos la que busco hacer, no se rinde al homenaje fácil de los sicarios ni arrepentidos, sino al verdadero dolor que iguala a las víctimas y a los verdugos, para dilucidar el camino de los que perdieron el rumbo y no regresaron a casa, de los que prometieron volver y no se les ha visto más; para así honrarlos con la palabra, con el recuerdo.

Juan Rulfo coincidió en mi vida de adolescente, cuando empecé a leer con fruición y cuando empecé a escribir de manera profesional, es decir, a ganarme la vida con la escritura. Entonces la obra de Rulfo era, es, el mejor manual para entender el lenguaje, las tradiciones y hasta el imaginario de México y sus creencias. Leer a Rulfo es leer a México. Su obra no es más que la repetición constante de un país que sangra, que nos duele, que se hunde en fosas y podredumbre, pero también la esperanza de un cielo claro que cobija la tierra roja y el maíz y la hierba. Por eso en 2013, cuando mi esposa mandó mi libro "Rojo semidesierto" a medir fuerzas al Certamen Internacional Sor Juan Inés de la Cruz, no dudó en firmar las carpetas con el seudónimo Julio Páramo Revueltas. Ella es mi pareja y representante: no sólo conoce mi vida, sino a las obras que admiro, que sigo, que me han formado como escritor y ser humano.

Hoy vengo a Tlaxcala porque me dijeron que gané el premio Juan Rulfo, porque me dijeron que mi libro "Nunca más su nombre" gustó a los jurados y a los organizadores de este certamen.

Hoy vengo a Tlaxcala a decirles que estoy muy agradecido y que desde esta tarde en adelante, mi literatura tendrá muy presente esta ciudad hecha de maíz y miel, hecha de todo aquello que me gustaría reunir en mis libros.

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