domingo, 29 de junio de 2014

"Solana", de Fernando Trejo, gana mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino





Ya lo habíamos tenido en el departamento hace un par de meses, luego de haber impartido unas conferencias y talleres en Ensenada para Pluma Joven. Entonces, durante el mediodía en la sala, Fernando nos confesó a Flor y a mí que escribía sobre su primo, que se había despedido de los suyos a los 18 años. Que la noticia quebró por entero a la familia y él la sintió como si le hubieran quitado la mitad de su adolescencia. Recuerdo que no quiso ahondar en los por menores de la trama (seguimos bebiendo café, hablábamos de Baja California y Chiapas) y tampoco se alargó en los recuerdos que lo unían con su primo. Sólo nos dijo algo así como “nada más nos quedaron los recuerdos y quiero escribir sobre él”.

Meses después nuestra amistad se afianzó a través de una retahíla de correos en los que me pasó sus dos poemarios ya publicados, en los que hablamos sobre la familia y las coincidencias (la esposa de Fernado se llama igual que mi Flor), el oficio literario (¿somos escritores por los libros que hemos escrito y publicado o somos escritores por los libros que no hemos terminado?), la distinción entre poeta, narrador y escritor, que muchos se obligan a marcar, aunque sea innecesario; sobre la relación de su madre con Sabines (la historia sobre lo complicado que es para un poeta escribir una novela), y también compartimos esbozos de los proyectos que ambos trabajamos (yo una novela que aborda la imagen paterna y la muerte; y él una serie de narraciones sobre artistas que terminan convirtiéndose en asesinos).

Hace dos días, sin embargo, la correspondencia nos trajo la buena noticia: el poemario “Solana”, de mi querido Fernando, ganó mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino. El reconocimiento, uno de los más importantes en México en el rubro, se traduce en la publicación del libro en Fondo Editorial Tierra Adentro (FETA), con un tiraje de mil quinientos ejemplares, y su promoción y venta en todo el país. 

Sin entrar en detalles de los poemas que urden su libro, solana significa “sitio en donde da el sol plenamente” (María Moliner, 2002). Y gracias a la voz poética de Fernando Trejo hoy significa, también, canto dulce y cándido que ilumina el camino de nuestros muertos, que reconstruye lo que nos faltó vivir a su lado y que nos ayuda a explicarnos el porqué de su fuga. "Solana" es, entonces, un libro escrito con mucho corazón y oficio. Que merece sin duda alguna esta mención y ser leído pronto por todos nosotros. 




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