martes, 19 de febrero de 2013

Empuercar el lenguaje


Joel Flores es un escritor. Esa oración simple encierra, sin embargo, una verdad de la que no cualquiera puede presumir. En El amor nos dio cocodrilos, su ópera prima, demuestra una capacidad creativa suficiente para animarnos a seguir leyendo hasta que la última página aparece en el lector electrónico. Flores le ha apostado a la publicación en e-book, pero no sería del todo raro que este conjunto de cuentos vea la luz en formato impreso. Hay muchas cualidades en la prosa del zacatecano, cualidades que han madurado a lo largo del tiempo y que nos previenen del arribo de una voz narrativa que encontrará, tarde o temprano, a sus lectores ideales, aquellos que esperarán con ansiedad lo que brote de su imaginación.

Conocí a Joel en 2007 en San Luis Potosí. Ambos estábamos tallereando cuentos con el maestro David Ojeda. Al igual que el bebé cocodrilo que aparece en las primeras páginas de este volumen, tuve la fortuna de ver la gestación y los primeros pasos de esta obra. El autor venía con una inquietud por trabajar con la idea de “lo extraño”, un elemento que prevalece en la obra de, por ejemplo, Ámparo Dávila, una escritora por la que Flores siente una admiración especial. Y no es para menos, lejos de los reflectores e, incluso, de las listas canónicas, Dávila es una de las autoras “raras” que de manera no tan frecuente aparecen en la literatura mexicana. Debo decir que el joven zacatecano consigue honrar la admiración por la escritora. El amor nos dio cocodrilos es una obra que orbita, se inmiscuye y parafrasea no sólo a Dávila, sino a varios autores relacionados con el ambiente y el ejercicio de imaginación que implica desarrollar la idea de lo extraño.


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