domingo, 31 de mayo de 2009

.203.


Hoy hablemos de Los boys







Hace más de tres semanas leí (creo que fue en el Babelia que salió el domingo 10 de mayo) que Mondadori reeditó el primer libro de relatos de Junto Díaz, llamado Drown. El crítico del suplemento decía que la obra ahora entraba con nuevo nombre a la fiesta: Los boys. Y como muchos saben que sufro por una extraña manía de leer más libros de relatos que de novelas, el mismo lunes me fui a la biblioteca pública de Córdoba y pedí el préstamo.

El libro es compacto: está compuesto por diez piezas narrativas de un calibre potente. Se configuran mucho en la poética de Carver: los personajes se mueven en espacios domésticos como la cocina, las habitaciones, frente al televisor, y cada elemento que está a su alrededor cobra un significado importante en la historia y tiene una injerencia en los personajes. Pero la obra también se configura en esa literatura intimista que se centra en hablar de los conflictos familiares, los cambios que sufrimos los seres humanos cuando abandonamos nuestro país de origen, los cambios que pasamos conforme la vida nos pide madurar, y los desencantos irreversibles. Los boys tiene mucho de la nueva corriente estética de los USA representada por Lethem, Safran Foer, Nicole Krause, Homes, y hasta por el genio Foster Wallace (un minuto de silencio). Las buenas historias reflejan la condición humana.

Podría decirse que Los boys es una bitácora de viaje o un cuaderno de diario: el libro abre con un relato ambientado en una ciudad de República dominicana y los relatos que le siguen se sitúan en varias partes de los USA, Nueva Jersey una de ella. La voz que los urde casi siempre es la misma: un niño u adolescente que está inconforme con el trato que le da su padre y que ama a su madre y odia a su hermano. También encontramos dílers, niñas adictas, gente del Bronx, mujeres abandonadas por sus maridos y otros. A este libro lo habitan personajes que brincan de un relato a otro, como si cada historia se contara en la habitación de un único vecindario, y el vecindario no fuera más que el lugar donde están ensambladas las historias.

Los boys están cargados de tristeza, diversión, desventuras, humor y algunas veces hay vientos felices. No voy a negar que me gustara más La maravillosa vida de Óscar Wong, del mismo Junot. Pero para aquellos amantes del relato corto bien construido y ameno, Los boys proponen. Es un buen libro; un buen ejemplo para demostrar que mucha de la literatura de los USA la están haciendo los migrantes o extranjeros que han tomado ese país como su segunda casa.







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