lunes, 2 de febrero de 2009

.195.





La invisibilidad del autor




El Babelia (artículo de Paz Soldán) y el ABCD (artículo de Rodrigo Fresán) del fin de semana me enteraron de que había muerto John Updike. Y no hice más que entristecerme, como la vez que me enteré del suicidio rotundo y amargo de David Foster Wallace. Luego me repuse medianamente, y recordé la postura fina y persuasiva de Updike respecto al tema del escritor como figura pública. Idea que muchos rechazan o desechan, pero que en caso particular siempre me ha parecido un máxima que debemos tener apuntada en la libreta donde almacenamos las historias. El escritor se hace en la soledad. Y me consolé, aunque no del todo. ¿Quién se consuela luego de haberse enterado de la muerte de un ser que se le llega a estimar a través de los libros?

Updike es y será uno de los grandes autores que ocupan las filas altas de la literatura. Un escritor que nos ha dejado buena herencia a los que aspiramos llegar a esas filas. ¿Conocido? ¡Claro que era conocido! Quizá no más que Nabokov o Cheever, maestros que admiraron su trabajo, pero era un escritor de verdad gracias a su tetralogía del conejo: Corre conejo, El regreso de conejo, Conejo es rico, Conejo en paz.

Updike, escritor homérico por excelencia, siempre defendió en la mayoría de las entrevistas que le llegaron hacer que la obra está por encima de todo, ni la publicidad del mercado ni las ambiciones extraliterarias deben de ser estímulos, a pesar de que vivió en la época donde el escritor y la publicidad deberían ir de la mano. Era más que el polo opuesto de los cócteles literarios, las presentaciones de libros y las lecturas en cafés. “Me parece fastidioso que el autor se presente como una celebridad… La invisibilidad del autor también es una postura”, dijo para The París Review, en 1967.

¿Para qué llorar? Larga vida a alguien que nos enseñó a encerrarnos a escribir en una época donde los performance literarios se están viendo con tanta naturalidad.





3 comentarios:

Tryno dijo...

Pues yo conozco a otro vato que le dicen el Conejo... y más macizo que el del Updike. Tttsssss...

Tryno dijo...

Pon los links de los artículos que citas, no seas gacho con tus lectores que queremos leer el hipertextos. Gracias. Saludos, vato.

Bernardo Araujo dijo...

si we no seas... saludos chichos

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