domingo, 18 de noviembre de 2007

.154.




El viento ligero en Parma
Ed. Sexto piso, 192 páginas.



Enrique Vila-Matas es un escritor extraordinario, uno de los mejores narradores que han explorado con su obra la otredad, la simulación y el vacío. Creador de personajes entrañables, ha sabido apuntalarlos dentro del tema de lo absurdo y en situaciones que rayan en lo satírico: personajes que, tras tener una gran admiración por algún escritor o celebridad (París no se acaba nunca o Suicidios ejemplares), dejan su estilo de vida para adoptar el estilo de los personajes en mención, o finalizan su vida por escoger otra que nada tiene que ver con lo convencional. Vila-Matas es, casi podía exigírsele a cualquier lector que se nombre empedernido, un escritor que se debe leer por obligación, que se debe tener en cuenta a la hora de hablar de la novela contemporánea.
El viento ligero en Parma, libro de artículos y reseñas críticas, muestra un Vila-Matas inteligente, un hombre informado. Un escritor de estilo peculiar e hibrido, en continua búsqueda de experimentar con la forma de narrar y ensayar; su ingenio al mezclar la prosa narrativa con lo biográfico y bibliográfico nos dan una nueva manera de hablar de literatura y la invención literaria. El libro nos muestra un gran lector que crea conexiones con la obra de escritores que admira o simplemente lee. Un lector de hombres como el fallecido Roland Barthes –semiólogo que propuso ver la crítica literaria como un género literario–, o del ingenioso Laurence Sterne, por el que Vila-Matas muestra más admiración y entusiasmo, argumentado que gracias a la novela Tristram Shandy tenemos la enseñanza: “Está vida puede ser triste, puesto que es shandy”.
El libro se divide en 31 artículos, en alguno de ellos se nos habla de Bolaño, su vida y la novela total, en otro de Sergio Pitol y "Nocturno de Bujara" –uno de los mejores cuentos del mexicano, según el jucio de Vila-Matas–, y, en otro más, de Silvina Ocampo y sus artificios narrativos. Lo rico de El viento ligero en Parma es que los textos pueden leerse en un sentón y quizá el libro completo en un día sin cansancio alguno; te deja un duradero y placentero sabor de boca. Esto se debe a que el sistema de análisis o el método que Vila-Matas utiliza para hablar de la literatura u otros escritores no es el convencional que la antiquísima academia nos ha heredado. Si bien, como si destilara un tufo del Arte poética (las seis conferencias dictadas por Borges en Hardvard), el aliento narrativo y ensayístico de Vila-Matas está soportado por una buena memoria: salta de una cita bibliográfica entrañable, a una paráfrasis descarnada e hilarante, de un frase hiriente y acertada, a una idea que vincula el arte de narrar con el arte de leer o de la producción narrativa individual a la universal:
“Cuando escribo no soy chino ni polaco” (pág. 11).
“Que un escritor se convierta en alguien no hace sino degradarlo a la condición de limpiabotas”, cita a Robert Walser (pág. 15).
“Escribir, en la mayoría de los casos, significa entrar a formar parte de una familia de topos que viven en galerías interiores trabajando día y noche” (pág. 29).
En El viento ligero en Parma Vila-Matas nos habla sobre la literatura como si tuviera siempre a la mano los libros necesarios para entablar una plática entretenida con su lector. Sus juicios nos llevan a otros libros a cada vuelta de página, a conocer nuevas cosas y a saber de nuevos títulos. Da notas, siempre actualizadas, de Paul Auster, Antonio Tabucchi, Rodrigo Fresán, entre otros. Eso ayuda a que cualquier lector sienta que está pisando terrenos de la literatura actual y tenga una visión más amplia. Enrique Vila-Matas deja entrever en este libro, que es un escritor con una identidad construida por la literatura misma, un escritor que nos invita a fusionar la vida con otras vidas (la de escritores, huelga decirlo), dispararla y entretejerla para que se empareje con otras, con la de otros, como Italo Calvino lo señala en una de sus Seis propuestas para el próximo milenio: “Cada vida es una enciclopedia, una biblioteca, un muestrario de estilos donde todo se puede mezclar continuamente y reordenar de todas las formas posibles”.



2 comentarios:

Édgar Adrián Mora dijo...

No he leído nada de este autor. Pero dada la emotividad con que lo describes, seguro vale la pena echarle una (h)ojeada. Un saludo.

LSz. dijo...

Me compré, más por ser de sexto piso, el libro. Sale a flote, por ejemplo Bolaño, otro interesante. Junto a Viento ligero en Parma,es decir, la misma quincena, pensando un poco en este blog y sus recomendaciones, me hice de La edad de hierro. Me cautivó.

Saludos cuevanenses.

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