domingo, 19 de agosto de 2007

.144.



Hace un año, entre la canción Loser, de Beck, dentro del bar Iguana, platiqué con Omar Pimienta sobre la frontera y la escritura. Horas antes de esto lo escuché leer un par de poemas sueltos en el Teatro Metropolitano. Hablamos de la sugestión que provocó en mí un verso suyo. Según mi mala memoria, decía esto: Tijuana ha tragado mi lengua”. Desde antes yo había visto Tijuana como una ciudad exótica, donde dos culturas no se funden sino chocan, donde los habitantes tienen más privilegios tan culturales como tecnológicos porque hablan dos idiomas y tiene a un país primermundista a su lado. Pero a la vez, y es lo inconcebible, corren el riesgo de ser tragados por ese otro. Esto me hizo admirar aún más a los escritores de la frontera, porque no se limitan a escribir sobre la plataforma en la que escriben, porque no se contienen a hablar de Tijuana una y otra vez mientras escriben. Yo aún no puedo hablar de Zacatecas. Entre la plática y las cervezas Tecate, Omar me contó una historia que me sugestionó aún más:



“de niños jugábamos al fútbol frente al muro. cuando se volaba el balón nadie quería saltar por ellos porque sabía que no iba a regresar. Muchos balones se nos perdieron en la niñez.”



Esa noche terminamos, Tryno, Gaby, la poeta Caballero, Omar y yo en un bar Heavy Metal tomando más cerveza Tecate. El día siguiente yo partí para Zacatecas y la charla se quedó pendida en la memoria.



Hace una semana volví a ver a Omar en Monterrey. Platicamos en un restaurante junto a otros compañeros del encuentro de escritores. Entré la charla me dijo algo que hoy, más que nunca, se me presenta mientras leo su último libro de poemas:



“leo los poemas en voz alta, una, dos, tres veces con detenimiento. al final reduzco el poema sólo a la frase que quedó en mi memoria”



Terminamos de comer y me despedí de Omar, puesto que me tocaba leer en la siguiente mesa del encuentro y necesitaba ir por mi carpeta a la habitación del hotel. Al finalizar mi mesa, Omar me regaló su libro de poemas La libertad: ciudad de paso (CONACULTA/CECUT). Y lo he terminado de leer hace unos momentos. Gracias, Omar. Me gustaría decirles dónde se puede hallar este ejemplar, pero no lo sé. Les dejo un par de sueltos que vienen en el libro para que conozcan una parte de él y se animen a conseguirlo.



VII



El Vale cruzaba mota para estrenar Air Jordan’s en los partidos.
Al último juego de las finales simplemente no llegó.
Le dieron un día por cada libra.

Ganamos de cualquier forma
el Pato andaba ON FIRE.



De regreso



Tijuana me fue a recoger al aeropuerto, la encontré fea;
camino a casa me habló seca, de golpe.

Me preguntó sobre el viaje (encendía un cigarro);
pensaba en todo menos en mí

Me volví a enamorar como un armadillo cruzando la carretera;
consciente que del otro lado sólo hay más desierto.



Calle Once y ferrocarril

Quedarme quieto.
Pasa el tren por las calles de La Libertad

Los durmientes son barrotes que sostienen el mundo.
Deberíamos ser durmientes, como vías nos hemos perdido;
como vagones descarrilado.

El metal que gira grita con el metal que me guía.
Los carros se enojan.
Me tapo los oídos y recuerdo el zapato de un niño atropellado,
monedas aplastadas sobre la vía…







1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola,

Porque Tijuana es una ciudad de paso hasta para quienes han nacido aqui, creo que es algo que he podido percibir en el tiempo que llevo habitandola. Tambien vivo en la Libertad, cerca de la "linea" de la ambiguedad de ambos lados, y entre la sin razon de algun bar y de sus soledades encontradas.

un abrazo
rocio

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