lunes, 7 de abril de 2014

La literatura no debería ser tan solemne ni grandilocuente [entrevista a Alí Rendón]



Alí Rendón (Celaya, Guanajuato, 1980) es autor del libro de cuentos La realidad con capacidades diferentes (Zacatecas, Pictographia Editorial, 2013). Pero sobre todo es narrador de lo satírico y de hechos extraños que podrían alinearse en el género fantástico. En su libro hay una apuesta por la belleza, en cuanto al abordaje de las historias, los andares de la poesía y la brevedad. Su imaginación, dotada de un sentido del humor fresco, nos invita a asomarnos a los que se conoce como real, bajo la mirada opuesta a lo lógico y predecible, para descubrir capacidades especiales, como la de volverse el destino que logra que los personajes se accidenten con algún milagro o anti-milagro. 
En su libro no sólo hay cuentos, sino realidades con capacidades diferentes de interpretarla: la historia de un hombre que secuestra a personajes de ficción para educar a su hija; la de unos niños que tienen que matar a una señora para proteger a su perro deforme, que no es más que el mejor amigo del hombre; la de un tipo que descubrió el sexo oral para pelear un divorcio; la de la chica que aprovechó un accidente en el tren subterráneo para salvar el futuro de su hijo; la de la esposa que usa la hipnosis como método anticonceptivo; la de un chico que jura haber descubierto hadas diminutas en su departamento; y la de una joven que busca a su amiguita de la infancia (aquella a la que llamaba Osita por padecer del síndrome de los niños lobo), para recuperar la amistad.
En esta entrevista, Alí nos habla de su formación, el cuento, el humor, las políticas editoriales ante la literatura escrita por jóvenes, los nuevos espacios que brinda la Web 2.0 para publicar, los talleres literarios, el Bookcrossing, los prejuicios del lector común ante el mainstream y la literatura de sus contemporáneos y más.

Joel Flores.- Hay una pregunta de rigor que suelo hacerle a todos los escritores que aceptan ser entrevistados: ¿cómo fueron tus primeros encuentros con la literatura?, ¿qué autores y personas te encaminaron como cuentista y tienen que ver con este libro?

Alí Rendón.- De niños, el primero que se enseñó a leer fue mi hermano Sinhué y me dramatizaba los diálogos de revistas como Novelas Inmortales, Hombres y Héroes y otras adaptaciones en formato historieta. Luego leí por mi cuenta ejemplares que mis papás nos dejaban a la mano, de autores como Edgar Allan Poe, M. Shelley, Julio Verne e Issac Asimov. En ese tiempo mi hermano y yo escribíamos “guiones” para nuestras propias historietas que dibujábamos a lápiz en hojas dobladas. También jugábamos con figuras de acción, porque tratábamos de imitar la estructura narrativa de los episodios de las caricaturas. Ya como adulto intervinieron los compañeros del Taller de Escritura Tormenta, narradores y poetas que fui conociendo en persona.

JF.- Me gusta conocer cómo definen los escritores el género que los ocupa. ¿Cómo definirías el cuento?
AR.- Como un sabotaje a nuestra capacidad de percepción de la realidad, por medio de un hecho narrado que nos acerca a la Condición Humana de forma estética. Imagina despertar de pronto bajo los párpados de otro, no importando si están abiertos o cerrados, si son de un humano o de otra especie viva.

JF.- La realidad con capacidades diferentes está urdido por tres secciones o capacidades de la realidad, que en apariencia ofrecen también a tres imaginarios: uno que apuesta por la imaginación, otro por el humor y otro por lo público. ¿Cómo se fraguó el libro?

AR.- Quise darle cierto hilo conductor a un proceso de creación. En un inicio pensé crear un catálogo de cuentos de ciertos subgéneros como: erótico, fantástico, humorístico, realista; subgéneros que encajaban con el color de las experiencias y obsesiones que impulsaban el libro. El último año de revisión sentí que ese hilo conductor se accidentaba unas veces y otras parecía llevarme a ciertos lugares nuevos en mi narrativa, como si se tratara de alguien que sufre un canje involuntario de alguna de sus capacidades, por otras que lo harán diferente. Unos cuentos están basados en experiencias mías, otros en ajenas y otros son totalmente ficción

JF.- Finalicé tu libro en el aeropuerto, mientras hacía escala en Distrito Federal. Tus cuentos me aligeraron la trasnochada, gracias al humor que destilan. ¿Crees que si los escritores apostaran más por el humor en su literatura, habría más lectores en México?

AR.- En realidad no sé si el humor ayude a atraer lectores y conservarlos. Quizá ayudaría más que los esfuerzos que tratan de invitar a la lectura, estimulando económicamente sólo a los escritores, sin difundir sus obras, o celebrando ferias con los autores estrellas que todos conocemos, en vez de incentivar también a los lectores con clubes del libro, becas para leer, más y mejores bibliotecas, lecturas públicas, entre otras iniciativas. El humor es algo que como lector agradezco mucho a escritores como José Agustín, Gerardo Deniz, Guillermo Samperio, Ríus, David Toscana. Un texto divertido circula más que uno sesudo en un círculo ya establecido de lectores La literatura no debería ser tan solemne ni grandilocuente en estos tiempos, como tampoco los lectores.

JF.- La realidad con capacidades diferentes se publicó tras la convocatoria que Pictographia Editorial lanzó para promover a los escritores jóvenes de Centro Occidente, ¿qué opinas de las políticas editoriales que suelen apostar poco por la literatura joven? ¿Alguna vez rechazaron alguna propuesta tuya?

AR.- Esas políticas obedecen a la necesidad de jugar sobre una "cancha segura" para las ventas. Un corpus de lectores ya establecido se interesa más por un autor de mainstream que por un libro escrito por alguien que no suena ni en la radio, que no se lee, más si es un autor joven. En México juventud es sinónimo de inmadurez. Esto nos invita a preguntarnos si tu lector potencial debe haber leído antes tu nombre por ahí para motivarse por tu obra con el interés de leerla. Por otro lado, claro que me han rechazado propuestas, incluso en fanzines online. Pero los rechazos ayudan a cuestionarte como creador. Son parte de la crítica que uno debe ir asimilando y te ayuda a entender que no necesariamente significan que estés haciendo algo mal, sino que la línea editorial de ciertas editoriales van dirección opuesta a tus textos, o simplemente otros escritores remitieron mejores trabajos que el tuyo.

JF.- En esta nueva era digital, acompañada por la Sociedad del Conocimiento y la Información, autores jóvenes apuestan más por publicar sus obras en e-book, por el alcance que pueden tener, en lugar de darle gran parte de los derechos de su obra a una editorial, que pocas veces maneja estrategias de difusión pertinentes. ¿Tienes pensando publicar alguno de tus proyectos en e-book, abrir un blog para diseminar tu trabajo en la Web?

AR.- Me gustaría hacerlo, más por la difusión. Sin embargo, la autoedición se une al peligro de brincarse pasos importantes del proceso tradicional, como el de la lectura y dictamen crítico de un consejo editorial formado por lectores agudos y curtidos. Cualquiera puede publicar en blogs y libros electrónicos y eso también aumenta una oferta que puede desencantar al lector de medios digitales. Hay muchas ansias por publicar y pocas por aprender. Uno debe dejar reposar los textos el tiempo suficiente para abordarlos de nuevo y corregirlos, para ver si superan la prueba del tiempo, del gusto personal del autor.

En 2011 participé en Parto de Máscaras, antología de cuento y poesía. Ese libro lo llevé a Valencia, España, con el apoyo del poeta veracruzano, autoexiliado en Barcelona, Orlando Guillén. Lo distribuimos gratis y en formato impreso. Usamos el sistema de liberación de libros Bookcrossing de allá, algo que no es nuevo, pero que me parece fabuloso y aterrador, porque dejas libros en la calle, en cafeterías, en parques o salas de espera para que la gente se los lleve y en algunos casos los devuelva para su recirculación. Otros ejemplares los entregamos en mano a los lectores. Acá en Celaya apenas se comienza con pequeños intentos de intercambio de libros. 

JF.- Existen escritores que opinan que los talleres literarios son un buen lugar para formar aprendices y lectores. Otros, que los talleres literarios son un laboratorio de clones del coordinador. Tú eres tallerista, y veo que tus cuentos fueron trabajados bajo la crítica que se genera en uno. ¿Qué opinión tienes sobre ellos? ¿Son un buen lugar para forjar escritores?

AR.- Ambas son verdades a medias y uno siempre tiene varias influencias.  ¿Qué más daría que una de ellas fuera la del coordinador de un taller? La crítica nunca cae tan mal como la falta de ella. En el Taller Tormenta, donde más tiempo he estado, no tenemos un coordinador, tratamos de seguir lo que sentimos fresco y con aires de vanguardia, siempre y cuando proponga la búsqueda verdadera de una experiencia estética, se aproxime a mostrarnos la Condición Humana y aparte nos inquiete de alguna forma que podría definir como poética. Como lectores y escritores debemos acercarnos a los demás, sobre todo si prestan libros y fomentan el intercambio de opiniones. El otro taller que me ha dejado provecho y buenas discusiones es el que coordina Alberto Chimal en Distrito Federal. Lo que no recomiendo es entrar a esos clubes o grupos de Internet que son de paga. Se corre el riesgo de recibir lisonjas y alabanzas en vez de crítica verdadera y constructiva.

JF.- Cambiemos de dinámica, diré una palabra y tú me respondes lo primero que pienses.

México: tragedia con pequeñas pausas
Cuento: asombro
Imaginación: sabor
Celaya: indolencia
Realidad: hambre
Dinero: materia

JF.- No se sabe del todo si los escritores jóvenes leen a sus contemporáneos, si se conocen entre sí o simplemente prefieren leer a los clásico y mirar a otras tradiciones literarias. ¿Sueles leer a escritores nacidos durante la década del 80 o prefieres a los maestros del pasado?

AR.- Comulgo con la opinión de Geney Beltrán Félix: los escritores de una misma generación no se leen… se vigilan. Leo a escritores (y vigilo a unos pocos) de esa década. Disfruto leer al tremendo Édgar Omar Avilés. Hay muchos escritores de la generación 80 que me parecen buenos y sobresalientes. Tu Rojo semidesierto me impactó mucho y me dejó una inquietud por hacer del papel ese otro nervio que patenta el dolor, pero al mismo tiempo la belleza y la complejidad de la actual realidad mexicana. Otros autores jóvenes que hay son: Isadora Montelongo (Las chicas sólo quieren plástico, Plaza & Janes, 2012), y a los que están en la colección de Poéticas Contemporáneas, de editorial Pictographia, no hay que perderlos de vista.

JF.- ¿En qué proyecto te encuentras trabajando actualmente?

AR.- Traigo una novela que avanza lenta, trata sobre el amor y creo que es mi reto más grande porque intenta hibridar el “género” maldito de la “superación personal” con el del realismo sucio. Se llama, por ahora, “El interventor de latidos fatales” y su protagonista se hace llamar Valentín Cansino, un “coach personal a la mexicana” que intenta probar que el amor sí es dulce y que además tienes que dejar de ser un pusilánime para conservarlo. También trabajo cuentos, sobre todo minificciones, algunos para volver a un proyecto que me llevó a Polonia y a España en años recientes, y un proyecto de arte urbano que ya está en algunas calles de Celaya de manera anónima y que busca dignificar, mediante la poesía y la imagen, a los indigentes que padecen de sus facultades mentales. También participo todos los jueves en Al aire libro, un programa de radio que transmitimos los compañeros del Taller Tormenta, todos los jueves en la estación cultural Radio Tecnológico de Celaya y que pronto espero estará en Internet.


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